Gajraj, un anciano elefante indio, pasó casi 58 años encadenado en el templo hindú Yami Devi en Maharashtra, India.
Su nombre, que significa “rey” o “niño grande”, refleja la veneración que le profesaban los lugareños, pero su vida estuvo marcada por el sufrimiento. Capturado cuando era un ternero, Gajraj soportó años de abuso, abandono y cautiverio.
Le quitaron los colmillos y quedó parcialmente ciego, con dolorosos abscesos en los pies y débiles por años de mala alimentación y movimientos limitados. En el momento de su rescate, se cree que tenía entre 70 y 75 años.
Gracias a los esfuerzos de Wildlife SOS, con el apoyo financiero de PETA, Gajraj fue finalmente liberado. Sin embargo, su rescate no estuvo exento de resistencia.
El equipo, que incluía veterinarios y cuidadores, necesitaba protección policial al enfrentarse a una multitud hostil de unos 500 aldeanos.
Aunque algunos se reunieron inicialmente para despedirse, la tensión aumentó y los rescatadores fueron atacados con piedras y rocas. ¿El motivo de esta oposición? Gajraj se había convertido en un icono en el pueblo.
Kartick Satyanarayan, de Wildlife SOS, explicó: “La multitud ruidosa y rebelde molestó al elefante”. A pesar de los desafíos, el equipo logró transportar a Gajraj a un santuario después de casi 930 millas de viaje.
La situación de los elefantes cautivos en la India es muy grave. Hay aproximadamente 5.000 elefantes cautivos en el país, de los cuales 600 están retenidos en templos como Gajraj.
Sólo en Kerala, el Templo Guruvayur alberga docenas de elefantes “estrella”, que obtienen ingresos sustanciales por su participación en los eventos del templo.
Muchos de estos elefantes permanecen encadenados durante décadas y solo son liberados para participar en festivales, donde sufren aún más abusos.
Aunque la conciencia pública sobre el problema ha aumentado, se han observado pocos cambios. A pesar de la atención mundial y las promesas de apoyo de las figuras políticas, el sufrimiento de estos elefantes continúa.
La cineasta Sangita Iyer, que produjo el documental Gods in Shackles para llamar la atención sobre el problema, ha enfrentado amenazas por su trabajo.
“Como hindú, me avergüenzo. Tenemos que alzar la voz e intervenir”, afirmó. El documental de Iyer capturó las desgarradoras historias de elefantes como Lakshmi, una hembra de 53 años cuyo mahout la dejó ciega después de que ella le quitara su comida.
El problema se extiende más allá de los elefantes de los templos. En todo el sudeste asiático, los elefantes se utilizan para transportar turistas, que a menudo sufren graves trastornos físicos y psicológicos.
En un trágico incidente, un elefante llamado Golf mató a un turista escocés en Tailandia y luego fue torturado.
El viaje de Gajraj hacia la libertad fue difícil. El ruido de la multitud durante su rescate lo aterrorizó y, al principio, se negó a subir a la ambulancia especialmente adaptada para su transporte. Sin embargo, finalmente se calmó y se dirigió a un camión abierto.
En el largo viaje hasta el santuario Wildlife SOS en Mathura, Gajraj fue alimentado con caña de azúcar y sandía, y sus heridas fueron curadas. Al llegar, le quitaron las cadenas por primera vez en décadas.
Gajraj ahora recibe atención geriátrica en el santuario, donde pasará el resto de sus días en paz.
Su historia es un poderoso recordatorio de la necesidad de una mayor protección y concientización sobre los elefantes cautivos en la India.
Como dijo una vez Mahatma Gandhi: “La grandeza de una nación y su progreso moral pueden juzgarse por el modo en que se trata a sus animales”.